viernes, 21 de diciembre de 2012

CONSEJO PARA EL FINAL DEL CAMINO


Cierta vez un Maestro me brindó un importante consejo que hoy deseo compartir con quiénes visiten casualmente este blog. Aunque, antes de eso,

debo advertir al lector acerca de algo, algo con lo cual contar para una mejor comprensión de forma y fondo:

El Maestro en cuestión, tal como otros muchos de su nivel, al vivir en uso de…, digamos, otro punto de vista, veces hay en que descuenta la buena interpretación del sujeto, simplemente humano, al que se dirige. Razón por la cual lanza, como si tal, algunos temas que pueden parecernos delicados, amenazantes, o, cuanto menos, merecedores de cierta (obviamente previa) introducción.

Así es que el Maestro me preguntara, usando un tonito casual, si había yo decidido qué hacer inmediatamente después de mi muerte.

Si bien no usó el término “muerte”, lo primero que acudió a mí, aún antes que cualquier pensamiento, fue un incomprensible sentimiento de temor. Me sentí luego realmente decepcionado a causa de esta reacción; cientos de veces habíamos charlado sobre otros mundos, nuestro efímero paso por este, así como de todo tipo de temas relacionados, directamente, o no tanto,  a ese cambio de posición dentro del escalafón cósmico, no obstante, aún se escondía en mente una porción de ese depredador: el miedo.

Claro está que he yo visto mucho de lo que acontece al humano previo a ese momento, y mucho también tengo estudiado acerca de la vida en otros planos, pero mi Maestro, según solía hacerlo, me sorprendía apuntando justo allí, a mí punto más débil. Él estaba personalizando lo teórico y subjetivo, llevándome a mirarlo como personal y presente. ¡Él le estaba aplicando una llave al cuello de mi ego, quién, loco, gritaba de dolor ante la seguridad de su muerte! ¡Y llevaba razón!, puesto que se estaba hablando de su definitivo final, aunque, quede claro, que no del mío.

El Maestro aguardó calladamente hasta ver que me recuperara del impacto inicial, para, sin esperar respuesta, decirme lo que tenía que transmitir en ese momento; ni una letra de más, ni un gesto de menos. Solo lo justo y necesario.

“-Bajo ninguna circunstancia debes alterarte –digo comenzando su alocución-, hay un pequeño lapso de tiempo (luego de la “muerte”) en el que puedes elegir tus pasos inmediatos, en ese, tu nuevo estado. Solo por unos instantes cierra tu visión y busca la paz interna.

Tu primera inclinación será volver tu pensamiento hacia las personas y cosas que dejas atrás. Querrás comunicarte con tus afectos, y te lamentarás por los proyectos inconclusos, pero si logras asirte de ti mismo <cosa que allí no te será difícil>, te encontrarás en un estado de libertad y mayor armonía. No permitas que ningún sentimiento te perturbe y podrás encontrar una nueva posición confortable y acorde al sitio donde te encuentras.

Una vez obtenida la estabilidad, necesaria luego de cada cambio, podrás, haciendo uso de esta nueva y ampliada consciencia, darte algunos gustos.

La evolución no tiene porqué ser algo serio ni tan formal, y ya has salido de ese mundo donde esas posiciones se mal-usan hasta el cansancio.

Aunque ya bien lo sabes, no lo olvides: no debes quedarte observando el pasado, los amores que ahora parecen perdidos, serán tuyos para siempre. En cuanto a lo otro que pudieras dejar atrás, bueno, todo eso carece de importancia.

¡Tómate tu tiempo para hacer lo que deseas! Eso sí, que no sea demasiado, pues puedes olvidar tu destino final, quedar entretenido en tonterías, y esto puede costarte demasiado caro.

Viaja, ya que ese es tu gusto, visita todos los lugares que desees, lee, en segundos, todos los libros que gustes sin siquiera sacarlos de su estantería (lo cual, de desearlo, no podrías hacer), explora el lado oscuro de la Luna, y vuela por el espacio con el solo impulso de tu pensamiento. ¡Pero cuidado!, es ese mismo acto: el de pensar, lo que te puede llevar al desastre. ¡Jamás te permitas ideas (propias o ajenas) que hagan descender tu nivel vibratorio!

Verás muchas cosas flotando por el éter; no te detengas en su observación, son las creaciones mentales humanas, que por ahí andan vagando y en espera de algún receptor dispuesto a incorporarlas antes de perder su energía remanente.

No bien hayas satisfecho tu curiosidad sobre las cosas de este mundo, ¡Levanta la visión!, ¡Has vibrar de amor incondicional tu pecho!, y  prepárate a recibir al guía que está aguardando tu atención, para darte la  más cálida bienvenida y conducirte hasta el comienzo de tu nuevo camino.

Llegado a este encuentro, es ya poco probable que te extravíes, has aprendido sobre lo que vendrá, MANTENTE DESPIERTO, y la misma dinámica de la evolución te llevará hacia adelante.

Solo algo más, querido hijo mío, y solo por tu seguridad: escribe esto en un cuaderno, guárdalo en sitio que siempre recuerdes, y ve por él si más tarde te es necesario.-

 

                                                  Filemón Solo