miércoles, 12 de septiembre de 2012

¡POBRES TIPOS LOS ALTOS!

  “¡Bueno viejo todo eso que me cuenta es a causa de un problema en la zona cervical! En cuanto a los dolores de cintura, son los típicos de una lumbalgia crónica” -me decía el traumatólogo-.

Y así seguimos, los dorsales (a los padecimientos me refiero) se deben a una inveterada e incorrecta postura. 

¡La espalda derecha!, siempre observaba mi viejo, cosa que efectivamente he tratado de mantener durante estos noimportacuantos. Claro que siempre que pienso en ello, pues el resto del tiempo me encuentro desobedeciendo esta, su expresa orden, inclinado ante todos esos elementos mal diseñados que atentan contra la salud de nuestra columna vertebral.

Dejemos de lado ciertas posturas que uno debe adoptar en el cuarto de baño justo antes de apretar el ya generalizado botón. Pero inmediatamente después debe “descender” hasta la altura del bidet, e “indeclinablemente”, inclinarse ante el lavabo en buen cumplimiento de las normas de higiene. Las toallas jamás están al nivel de las manos, y así seguimos. Pero ¿y el sencillo, cuanto necesario, acto de cepillarse los dientes? De nuevo desobedeciendo al viejo.

Cualquiera, de muy escasa estatura, diría que la he emprendido contra los sanitarios, pero no es así. Fíjese usted lo que ocurre con el clásico horno de la cocina. ¿La bacha (pileta)?, ¿quien pude fregar las cacerolas con la espalda recta? ¿Y la tabla de planchar?, ese artefacto concebido solo para esas siete personas fabulosas que guardaron de Blanca Nieves. Ya que esta última, pobrecita, padeció de todo esto, y mucho más, en el comienzo de la moda para enanos.

Intente usted tomar una reconfortante sopa sin doblar su espalda, para no hablar de unos buenos spaghetti al fileto, un flancito de postre o el acostumbrado cafecito. ¡Ah!, luego viene levantar y limpiar la mesa. Misma cosa.

El lavarropas, aún teniendo la tapa en la parte superior, sus controles van insertos en el frente de la máquina. Máquina bajita, claro.

¿Lavar o barrer el piso en posición erecta? No existe Homo Sapiens que logre hacerlo, diga lo que diga la Evolución de las Especies.

Nadie entra, o sale, parado de su automóvil. Ni hablemos de revisar el aceite o el agua del motor, o del desiderátum de cambiar un neumático.

Tender la cama puede ser realmente doloroso, pero el cambio de sábanas, bueno eso es algo único.

Ya dejemos todo este vertebral asunto, Me voy a distender un rato trabajando en la huerta, que, como suele suceder, está sobre el mismísimo suelo.

 

               Filemón Solo